jueves, 22 de marzo de 2012

Día 3, Armamento (1ª Parte)


No tenía ni idea de dónde podían estar los demás, habíamos llegado a mi casa y no estaban allí, algo iba mal.
Rocío, Julián y yo estábamos a salvo en mi casa, tranquilizándonos los unos a los otros.
No cesábamos de mirar por la ventana por si por algún casual alguno de nuestros amigos aparecía. En uno de esos vistazos que eché me di cuenta de que el coche de Jenni seguía en la calle, ahí en medio, justo dónde lo habíamos dejado, lo que me hizo pensar que no podían estar muy lejos.
Decidí ducharme y cambiarme de ropa, me puse mis zapatillas de balonmano, los vaqueros más cómodo que tenía, una camiseta negra y mi sudadera favorita.
Cuando salí de mi habitación vi que Julián me había imitado y se estaba duchando, mientras, una acongojada Rocío lloraba en el salón aún por la muerte de Marta. Lo que más me dolió de aquello fue que no pudiéramos dejarla descansar y que su cuerpo siguiera caminando por la ciudad.
Cuanto más tiempo pasaba, la horda de zombies que dejamos atrás se iba disipando.
Fui a darle una toalla a Julián. Al volver al salón, para abrazar a Rocío, una serie de golpes empezaron a amartillar la puerta. Rocío y yo pegamos un brinco, cogí un cuchillo y me acerqué a la puerta y la voz de Jenni llegó a mis oídos, abrí rápidamente y uno tras otro mis amigos iban entrando en la casa. Venían cargados de comida. Cerré la puerta y los miré fijamente, parecía que habían pasado por una hecatombe.
En medio de aquel silencio, Rocío dijo que Marta había muerto y que ahora era un zombie. Les relaté lo que nos ocurrió, algunos empezaron a llorar, Miguel sin embargo empezó a contar lo que les había ocurrido a ellos.
Al parecer, cuando Rocío, Julián y yo nos fuimos con Luis y dejamos a Miguel, a Paula y a Elia con nuestra guardia empezaron a hablar de lo que tenían que hacer. Un par de horas después, el grupo se despertó y Nadia les dijo que si seguíamos en la casa no tendríamos comida para más de dos días.
Se dividieron en dos grupos, uno iría a ver que nos pasaba a nosotros en casa de Luis y el otro a el Día a por comida.
Cuando Vic, Jenni y Paula no dieron con nosotros decidieron volver al supermercado, al salir todos juntos de allí fue cuando se toparon con la horda zombie. Decidieron esperar allí hasta que pudieron salir y llegar hasta la casa.
Cuando terminó el relato ya nos había inundado la oscuridad de la noche.
Mientras Vic y Nadia hacían la cena los demás nos preguntábamos hasta dónde llegaría la infección y que cuanto tiempo tardaría el ejército en erradicar la amenaza y lo más importante, si estaríamos vivos para cuando eso ocurriera. Aquella pregunta sembró en nuestras cabezas la idea de que nos podríamos defender mejor, fue entonces cuando Elia nos informó de la existencia de una armería cerca del Parque de los Príncipes.
Se decidió que a la mañana siguiente un grupo iría a la armería.
Nos pusimos a cenar sin apenas hablar. Al terminar, empecé a fregar los platos mientras los demás se repartían par dormir, al final acabé tumbado en el sofá, mi mente no pudo elaborar ni un solo pensamiento, me quedé dormido.
Me desperté a la mañana siguiente con el pensamiento de que tenía que ir a clase, hasta que mi cerebro se activo y la realidad llegó. Jenni estaba de pie ante mi, le di los buenos días y me dirigí a la cocina para desayunar, una taza de café y un trozo de pan me fueron suficientes.
En los cuartos se iban despertando, menos Nadia y Rocío que eran las dormilonas del grupo. Desperté a Nadia y me maldijo con la mirada. Cuando fui a despertar a Rocío vi que tenía los ojos abiertos, la dejé tranquila, lo estaba pasando mal.
Nos reunimos en el salón, Miguel nos dijo que el tenía muy decidido de que el iría a por las armas. Vic, Nadia, Jenni, Elia y yo también dijimos que sí. Paula intervino diciendo que los demás podían quedarse esperándonos y defendiendo la casa, además alguien tendría que estar pendiente de Rocío.
Una vez trazado el plan le pedí a Nadia que preparase botellas de agua, me dirigí a mi cuarto y cogí las mochilas que tenía, eran cinco, y las repartí entre los que iríamos a la armería, Nadia cogió la suya de su cuarto. Cogimos los cuchillos, la pala y el martillo, volví a la cocina y abrí el primer cajón, cogí el mechero y me lo metí en el bolsillo.
Nos abrazamos a los que se quedarían allí guardando el fuerte. Rocío seguía en la cama con los ojos abiertos, sin decir nada, parecía que las fuerzas la habían abandonado.
Con la pala en la mano y la mochila en la espalda me dispuse a bajar las escaleras de camino a la calle, pasando por el descansillo donde Paula había abatido a un zombie y cuyo cadáver seguía allí.
Antes de salir del piso, miré a ambos lados de la calle y divisé que había varios zombies, pero estaban lo bastante lejos del coche como para no tener que arriesgarnos y matarlos. Nos dirigimos al coche, Elia se subió al copiloto y Jenni al conductor, los demás nos subimos detrás.
Con el coche en marcha giramos a la derecha, y allí estaba ella, era Marta en medio de la carretera, nos empezamos a poner nerviosos, Jenni empezó a reducir la velocidad, hasta que un grito de acelera de Vic la hizo pisar el acelerador a fondo y atropellar a Marta, haciendo a esta volar por encima del coche. Me giré hacia atrás y la vi ponerse de pie, no acabamos con ella tampoco en esta ocasión, seguimos hacia delante, giramos y perdimos a Marta de vista.
Pasado un rato, el silencio era otro acompañante más en el coche, pues, ninguno hablaba. La cosa empezó a ponerse intranquila, estábamos a punto de entrar en lo que para nosotros era la zona 0. Estaba todo lleno de no muertos, algunos nos miraban y otros perseguían al coche.
Llegamos a la armería, nos bajamos del coche y cogimos nuestras armas, teníamos que abatir a un par de zombies antes de llegar a la puerta de la tienda, me dirigí hacia uno y le di tal palazo en la cara que la mitad de esta se desprendió tiñendo de rojo el capó de un Seat Alhambra. Con el cuchillo en mano y con mucha ira reprimida, Jenni, se dirigió cautelosa hacia el otro, y antes de que este se pudiera abalanzar sobre ella, le atravesó la mandíbula con el cuchillo, llegando este hasta el cerebro. Al sacar el cuchillo, Jenni se llenó la camiseta de sangre.
Nadia intentó entrar en la tienda, pero la puerta estaba cerrada, les dije que se echaran para atrás, iba a intentar romper el cristal con la pala, di golpes una vez tras otra hasta que el cristal se rompió y la alarma empezó a sonar, entre y busque la alarma y le di un palazo que hizo que el sonido cesara.
Salí afuera y escuche que alguien llamaba a gritos a Vic y a Miguel, alce la vista y justo al lado de un cartel dónde ponía clínica dental, en una ventana, estaba Adriano, el novio de Rocío (aparentemente echado para adelante, pero un solo bicho podía hacerlo correr varios metros, en mi opinión era el tipo de persona que le podía caer bien a todos), al cabo de dos minutos bajo a la calle y salió corriendo hacia nosotros, lo primero que hizo fue preguntarnos por Rocío, la amaba con locura, Miguel le dijo que estaba bien, que estaba en mi casa. Me dijo que estaba mas delgado, lo que en aquella circunstancia me hizo romper la tensión y soltar una carcajada, Adriano me tapó la boca y me dijo que el rudio los atraía.
Estos cabrones no solo nos aterrorizaban y nos mataban al mordernos, sino que nos perseguían sin tregua y para colmo el ruido los atrae.
Entramos todos en la armería y cerramos la puerta. Empezamos a romper las vitrinas, y a meter pistolas y sus correspondientes balas en las mochilas, cogimos también sus cartucheras para poder llevarlas atadas a la cintura. Miguel vio una ballesta y no dudo en colgársela a la espalda con su correspondiente carcaj. Yo me enamoré del arco que había al lado de la ballesta, cogí su carcaj y el protector de dedos.
Me fije en los demás, estaban cogiendo toda la munición posible para las escopetas que llevaban en las manos.
Al mirar hacia arriba vi un rifle con mirilla, lo cogí, pensé que nos sería útil para las distancias largas.
Me asomé a la trastienda y vi a Elia, que estaba cargando su pistola, la imité y me colgué la pistola en una cartuchera. Nadia entró en la trastienda y vio un bote de gasolina para un pequeño motor que había allí, pensó que podríamos cargarlo en el coche por si en algún momento la ciudad se quedaba sin luz, lo que nos pareció buena idea. Adriano, Nadia y Elia empezaron a sacarlo, mientras Miguel me llamaba para hacer prácticas de tiro con el arco y la ballesta con un par de zombies que había en la calle.
Salimos de la armería, Miguel cargó una flecha en la ballesta, yo me puse el protector en la mano izquierda y cogí una flecha del carcaj. Ya habían conseguido sacar el motor de la tienda, ahora quedaba subirlo al coche.
Miguel disparó primero, rozando al zombie en la pierna, este se tambaleó, pero siguió de pie y ahora caminaba hacia nosotros. Era mi turno, estiré el arco y solté, todavía no se donde fue a parar la flecha, pero, sin duda, paso muy lejos de darle al no muerto, aquello no era tan fácil como se veía en las películas.
Un disparo sonó en la trastienda, hubo gritos y corrimos hacia dentro para ver que pasaba, todo el mundo estaba bien, era Elia, su arma se había disparado. Al salir para seguir practicando vimos que aún no habían cargado el motor y que estaban mirando cada uno en una dirección, el ruido había hecho que los no muertos vinieran hacia nosotros, estábamos acorralados.
Cargaron las armas y nos dispusimos a disparar para ver si podíamos contenerlos, ya el ruido daba igual. Apoyé el rifle en el coche de Jenni, miré por la mirilla y empecé a disparar, le volé a uno la cabeza, el retroceso del rifle me hizo daño en el hombro. Los disparos no cesaban, eran continuos, pero eran demasiadas dianas que abatir y cada vez estaban más cerca.
Nadia salió corriendo hacia la armería diciendo que tenía una idea y que los entretuviéramos, como si eso fuese tan fácil.
Vi a Jenni dar tiros bastantes certeros, la metralla salía de su escopeta dándole a varios no puertos a la vez, Vic, sin embargo, estaba usando la pistola, matando a los zombies de uno en uno. Adriano era el más temerario de nosotros, era el que estaba más cerca de los no muertos y no dejaba de apilar cadáveres con las pistolas que llevaba en cada una de sus manos. Miguel seguía realizando el tiro a la diana con la ballesta, mientras Elia daba pocos tiros certeros, cada ve que disparaba cerraba los ojos.
Nuestro radio de seguridad se iba reduciendo, aquello era una masacre, se nos acababa el tiempo y la munición.
Nadia nos llamó y entramos en la armería, todo olía a gasolina, al parecer su plan era prenderle fuego a todo y salir por la trastienda.
Los zombies empezaron a entrar en la armería, lo que hizo que empezáramos a salir por la parte de atrás. Nadia me pidió el mechero que llevaba en el bolsillo e intento encenderlo, pero no surtió efecto, estaba demasiado nerviosa como para encenderlo. Un disparo, que sonó detrás nuestra, hizo se que prendiera la gasolina, al darme la vuelta vi que había sido Elia. Salieron todos pero yo me quedé para cerrar la puerta de la trastienda e intentar relentizar a los zombies ardientes, cuando estaba a punto de salir la munición que quedaba en la armería empezó a explotar, hasta que una gran explosión hizo que saliera despedido de la tienda.
Me encontraba tirado en el suelo, no escuchaba nada, estaba aturdido. Al darme la vuelta, un zombie se me tiró encima, le sujeté el cuello con la mano izquierda y con la derecha empecé a buscar algo con lo que golpearle, encontré mi carcaj, cogí una flecha y se la metí por la boca tan profundamente que dejó de moverse. Vic me quitó el zombie de encima y empezó a gritarme, pero no escuchaba nada.
Me levanté, todo estaba destrozado y ardiendo, supuse que el coche abría sido destruido por la explosión, no lo podíamos ver ya que estábamos al otro lado del edificio. Cogí el arco y el carcaj, el rifle y la mochila estaban a unos cuantos metros de mi, también los cogí.
Me di la vuelta y vi que todos estaban bien. Varios zombies se dirigían hacia nosotros. Empezaron a hablarse unos a otros pero yo solo escuchaba un pitido.
Vi que Vic tenía mi pala en su mano y que empezaba a dar palazos a diestro y siniestro mientras corría en dirección al Parque de los Príncipes, todos empezaron a correr tras ella, Miguel tiró de mi para que yo también corriese.
De repente, el sonido vino a mis oídos, corríamos por Virgen de Luján, sorteando a zombies o acabando con ellos.
Sin darme cuenta, el Sol ya estaba mirando hacia el oeste, habíamos llegado al Parque de los Príncipes. Decidimos escondernos y descansar.
Nos quitamos las mochilas y nos sentamos en un banco. Vi detrás de un árbol lo que parecía un grupo de no muertos, mande a callar a mis amigos, cogí el arco, una flecha y lo tensé, me dirigí cautelosamente hacia el grupo de zombies, eran cuatro, pero ni por lo más remoto estaban muertos, eran humanos y yo me encontraba allí de pie apuntando con un arco a la cabeza de Silvia.
  

6 comentarios:

  1. =O Mas gente y sin coche!! ¿A quien se lo robamos? XD

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    1. que eficacia, lo acabo de subir y ya lo has leido jajajaja
      spoiler: nos hemos quedado sin coche y somos más solo digo eso xD

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  2. ¡Que bonito mi nene!! jaja me ha hecho gracia lo de q te dijo q tabas mas delgado y la descripcion de adriano, es buenisimo jajajajaja

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  3. Wow! Si antes estaba enganchada, ahora que salgo más aún. XD

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  4. al final te gustó la idea de tomar como arma una ballesta,no? jeje

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