Destensé el arco, no me podía explicar que hacían Rocío, Julián y Paula con Silvia en medio del parque.
Llamé a Adriano, obviamente tenía algo que ver. Rocío pasó corriendo a mi lado para abrazar a su nene. Los demás vinieron corriendo para ver quienes estaban allí.
Julián nos explicó lo sucedido y nos dijo que no podíamos volver a mi casa.
Silvia nos dijo que Aránzazu estaba en la comisaría de policía rodeada de zombies. Paula, temiendo por su propia vida dijo que lo mejor era darla por muerta.
Que podíamos hacer por ella, éramos unos simples estudiantes que habían conseguido sobrevivir a duras penas a muchos sucesos, pero, aún así que plan podíamos idear para llegar hasta ella y salvarla.
Silvia, se puso a llorar, pero le dio la razón a Paula.
Pensé que tener un ruido, como era el del claxon, sonando mientras durase la batería nos daría tiempo par salir de allí.
Vic pensó que podríamos encerrarnos en un centro comercial, tendríamos comida, lavabos, sitio para movernos y ropa.
La idea era buena, el problema era como llegar, estábamos a varios kilómetros del primer centro comercial, el de Nervión.
Jenni dijo que podríamos ir por los túneles del metro, en aquel momento era nuestra mejor baza.
Teníamos que planear como llegar a la boca de metro, ya que los zombies se amontonaban en el autobús, que estaba a escasos pasos de la entrada al subterráneo.
No podíamos esperar a que fuese de día, no sabíamos cual sería la duración de la batería del autobús.
Atravesaríamos el parque hasta llegar al otro lado, la calle Blas Infante, y una vez allí accederíamos a la boca de metro.
Repartimos pistolas, balas y cartucheras a los que estaban desarmados, les dije que utilizaran los cuchillos, la pala, la navaja, el arco la ballesta y el martillo para no hacer ruido, que utilizasen las armas de fuego sólo si fuese necesario.
Paula estaba contenta con su pistola, pero me dijo si podía tener dos, que así estaría mas segura. No objete y se la di, de hecho le di la mochila dónde estaban las armas, quedándome yo con una pistola, el rifle y el arco.
Le pedí a Vic que nos llevara hasta el metro, ya que ella llevaba la pala y podía ir en cabeza.
Empezamos a avanzar por el parque, la cosa iba bien, estaba todo tranquilo, hasta donde la luz de las farolas me permitía ver.
Salimos del parque y empezamos a caminar por la acera de camino al metro, miré hacia atrás y los zombies se agolpaban en el autobús, por suerte eran tontos.
Al mirar hacia delante vi que algunos zombies se acercaban hacia nosotros, llego el turno de las armas silenciosas.
Me descolgué el arco y saqué una flecha del carcaj. Vic con la pala, Paula al martillo, Miguel la ballesta, Julián un cuchillo y Adriano el otro, Vic le dio su navaja suiza a Nadia.
Tensé el arco y empecé a disparar mientras avanzábamos, no le daba a ninguno, Elia, Silvia, Rocío y Jenni, cogían las flechas que Miguel y yo íbamos perdiendo y las empuñaban como armas.
Nadia apuñalo en el ojo a un no muerto, aquella lobotomía hizo que muriera en el acto.
Paula, como ya era típico de ella, iba arrasando a martillazos con todo lo que se encontraba, era tal el baño de sangre que parecía que había salido de un concurso de miss camiseta mojada, lo único que lo que debiese ser agua era sangre.
Julián y Adriano iban degollando zombies, cosa que me resulto que les parecía divertida.
Rocío volvía a ser la que era, iba corriendo mientras con la punta de la flecha iba a sestando golpes en las cabezas de los no muertos.
Llegamos a la entrada del metro, había cadáveres en el suelo.
Al bajar las escaleras, observamos que las baldas de entrada estaban rotas, pasamos por ellas y volvimos a bajar otras escaleras, en mi vida había visto el metro tan desierto.
Las puertas de protección de acceso a los vagones estaban abiertas.
Empezamos a bajar al túnel, había como un metro de altura entra plataforma y las vías, luego nos costaría subir. Empezamos a caminar dirección Nervión, si todo iba bien deberíamos estar allí en aproximadamente una hora.
Estábamos muy cansados, habíamos dormido muy poco en aquellos días, por lo que la marcha era cada vez más lenta.
La vista alcanzaba sólo a lo que las luces de emergencia nos dejaban ver, llego un momento en el que la luz se acrecentaba, suponía que estábamos más cerca de la siguiente parada del metro, el lugar dónde todo empezó.
Al llegar allí y ver con más claridad me di cuenta de que había charcos en el túnel, no le di importancia.
Todo estaba igual de destrozado que en la parada de Blas Infante, no nos percatamos de ningún movimiento.
Jenni estaba muy cansada, y los demás dijeron de parar allí a descansar.
Empezamos a subir, era muy costoso, tuvimos que ayudar a subir a casi todos.
Nos sentamos en los bancos de espera que había allí.
Miguel y Paula fueron a inspeccionar la parte de arriba para ver si estábamos seguros y si había comida.
No pasaron ni cinco minutos, cuando los vi bajar con alguien a cuestas, detrás de ellos venían Aránzazu y Ro (pequeñita, morena, friki como todos nosotros, e reía de cualquier payasada que se hiciera, lo que la catalogaba de risueña aunque callada, defendía sus intereses cuando era necesario).
Vic y yo fuimos a ayudar a Miguel y a Paula, Jenni pasó cual estrella fugaz a nuestro lado para abrazar a Ro, su mejor amiga en la facultad, ella la creía muerta, pero allí estaba.
Cuando llegamos a la altura de Miguel y Paula vimos que al que estaban cargando era Luis.
Llegamos a los bancos y dejamos a Luis en el suelo, Silvia se abrazó a Aránzazu y los demás se alegraron de ver a los recién llegados.
Ro nos dijo que Luis estaba bien, pero que al venir aquí se resbaló y perdió el conocimiento.
Ro empezó a relatar su historia, aquel día le tocaba a Jenni ir a seguridad e higiene y a ella descansar, por lo que se disponía a ir al metro cuando vio gente extraña en la calle. Ya en el subterráneo todo empezó a desmoronarse, la gente gritaba y el tren dónde se iba montar no paró, hubo una explosión en los túneles.
Ro salió corriendo de allí, los zombies la perseguían así que acabó pasando estos tres días en la comisaría. Al día siguiente llegó Luis y hace una hora se encontró con Aránzazu, ya que los zombies se amontonaban cerca de la comisaria decidieron esconderse en el subterráneo, Luis se resbaló y así es como acabamos aquí.
Me pareció increíble como una persona sola había conseguido sobrevivir a esto.
Adriano les dio una pistola cargada a cada uno.
Luis empezó a despertarse, mi primera intención fue darle un puñetazo y preguntarle como estaba, pero pensé que era mejor dejarlo así.
Descendimos al túnel y empezamos a caminar otra vez, conforme avanzábamos el nivel del agua iba subiendo, cosa que no me gustaba nada, el metro pasaba por debajo del rio y aquella explosión que nos contó Ro pudo haber ocasionado grietas en la estructura.
Mire hacia un lado y vi como Elia iba abrazada a su arma, Ro, sin embargo, jugaba con ella como si fuera una cowgirl.
Llegamos a la siguiente parada, allí, detrás del cristal de seguridad, había varios zombies, no les hicimos caso y seguimos caminando, el agua nos llegaba a las rodillas, delante nuestra estaba el tren que se había estrellado, el tren que Ro mentaba en su historia.
Al acercarnos vimos como un chorro de agua salía de la pared, mis suposiciones eran ciertas, el agua del río se estaba colando en el metro.
Abrimos la puerta del vagón, ese fue nuestro error del día, aquello estaba lleno de zombies, empezamos a correr hacia atrás, pero ya nos habían visto, llegamos a la estación de plaza de cuba, rompimos el cristal, los pocos zombies que había en la plataforma empezaron a acercarse, yo subí primero y le pedí a Vic la para, empecé a atizarles mientras les pedía a los demás que subieran a ayudarme.
Le golpeé a uno en el cuello con el canto de la pala, muerto, escuche una especie de segadora detrás de mi, era Rocío, le había hincado el cuchillo a uno. Vi como otro zombie caía delante mía, tenía una flecha en el ojo, Miguel ya estaba arriba.
Un grito de ¡subid ya, están aquí¡ de Julián, me puso más nervioso todavía, abajo quedaban cuatro y los zombies estaban ya muy cerca de ellos.
Nadia consiguió subir mientras Paula mataba a otro zombie. Quedaban dos, levanté la pala y maté a uno, el último lo mató Jenni a golpe de escopeta.
Me dirigía a ayudar a los que quedaban por subir, le dí la mano a Julián y tiré, ya estaba arriba, quedaba Elia, no conseguí alcanzarla, los zombies ya estaban a su altura y ella empezó a correr, la perdí de vista, pero seguía escuchándola de gritar, empezó a disparar, pude contar seis tiros y después empezó el silencio.
Me incorporé, habíamos perdido a Elia.
Julián, que estaba mi lado, empezó a llorar, Rocío estaba de rodillas en el suelo, todos estaban conmocionados, Elia era una gran amiga.
Vic, todavía en pie, dijo que debíamos seguir, si Elia estaba viva se reuniría con nosotros en Nervión.
Descansamos allí con el alarido constante de los no muertos que estaban en las vías del tren.
Bajamos al otro túnel, caminando hasta la parada de Nervión sin problemas.
Salimos de la boca de metro. Vic, como canadiense que era nos dijo: “Let’s go to the mall, everybody”, lo que nos sirvió de relajante para lo que acabábamos de sufrir.
Corrimos como alma que se lleva el diablo y nos metimos en el centro comercial, bajamos las persianas antirrobo.
Se decidió que debíamos dividirnos en grupo para limpiar el centro comercial de zombies y cerrar las persianas de seguridad, nos encontraríamos en la primera planta, junto a la tienda 13, que estaba en el centro.
Vic, Nadia, Adriano, Rocío, Luis, Jenni y yo fuimos a la parte izquierda y el resto ala derecha.
Salimos a la zona intermedia, la que daba al campo de futbol. Al llegar a la otra zona, echamos las tres persianas de la entrada. Nos giramos, y allí había algo que queríamos muchos, comida, aunque era un stand de golosinas, aquello nos bastaba. Primero tendríamos que acabar con dos zombies. Vic, se fue hacia ellos cual luchadora de artes marciales, y los mató sin que los demás moviésemos ni un dedo, ella no podía dejar que tocasen se más preciado tesoro.
Empezamos a devorar el stand, todo estaba buenísimo, el resto fue fácil, cerramos la persiana de la salida que estaba al otro lado, ya solo quedaba limpiar la primera planta y cerrar las persianas de la segunda.
Hecho eso, nos reunimos con los demás dónde se planeó, era la primera vez que teníamos la sensación de seguridad en aquellos cuatro días.
Fuimos derechos a los 100 montaditos y empezamos a preparar comida, mientras, Miguel servía cervezas y Adriano jugaba con el micrófono.
Empezamos a comer, la sonrisa se dibujaba en nuestras caras, dentro de aquel mundo habíamos encontrado un sitio dónde estar bien.
Al cabo de un rato, el sueño empezó a invadirnos. Nos fuimos al restaurante asiático que había allí al lado, que tenía sillones y nos quedamos dormidos.
Había sido un día largo, habíamos perdido a Elia, pero habíamos ganado, nuestro grupo había crecido, teníamos un sitio dónde comer y esperar a que alguien nos rescatara. Habíamos sobrevivido cuatro días y pensábamos hacerlo mucho más.