miércoles, 18 de abril de 2012

Día 6, Un adiós


Me desperté con el sonido del agua cayendo en el lavabo, los rayos del Sol entraban por las rejillas de la persiana y el reloj de la cocina marcaba las diez de la mañana.
Silvia estaba comiendo en la cocina y Paula estaba en el baño, ella era la que me había despertado.
Me acerqué para ver a Julián, estaba sentado a los pies de su cama, apoyado sobre las rodillas, los dedos de las manos entrelazados, la cara paralela al suelo y la mirada observando el vacío. Su cuerpo estaba allí, pero su mente pensaba en Juan Carlos.
Terminé de abrir la puerta de aquel cuarto, hasta que el pomo chocó contra la pared y del estruendo Julián pegó un salto, había vuelto en sí.
Adriano me tocó el hombro en señal de que quería pasar, me aparté y le dio la taza de tila que llevaba en la mano a Julián.
Levanté la persiana y una brisa de aire fresco se deslizó suavemente por mi cara. La zona estaba despejada, no había ni un solo errante, era el momento de salir.


***

En Nervión ya estaban todos despiertos. Luis y Vic se dirigían ya hacia la azotea para hacerle el cambio a Aránzazu y Miguel. No sabían que aquel día iba a ser bastante movido, pero que día no lo había sido.
Ya en la azotea los cuatro miraban sorprendidos a un mismo punto.
Vic volvió sobre sus pasos hacia los cines y empezó a bajar las escaleras a todo prisa, Nadia la vio correr y fue detrás de ella, bajaron las escaleras y allí tenían, al otro lado de la persiana, a Elia con una chica zombie embarazada, ataca con una cadena al cuello y a las manos.
Nadia y Vic abrieron la persiana, para que Elia y su amiga muerta entraran.
En la cara de Elia se notaba el sufrimiento que había pasado en esos días, incluso estaba más delgada y por sus ojeras se podía ver que había dormido poco.
Elia ató a la errante al stand de Movistar y abrazada a Vic y a Nadia empezó a relatar su historia.




Al parecer, cuando se dio a Elia por muerta, empezó a correr por los túneles del metro gritando y disparando, en la estación del Parque de los Príncipes alguien la ayudó a subir, era una amiga suya de la infancia, embarazada de nueve meses.
Elia le contó que sus amigos, nosotros, nos dirigíamos a Nervión, por lo que ella pensaba dirigirse también hacia allí. Ambas pusieron rumbo a Nervión.
Al día siguiente, en una calle cercana a Nervión, se encontraron a un pastor alemán, y al querer acercarse a él se dieron cuenta de que era un zombie, corrieron hacia un taller con las persiana abierta, pero antes de entrar, el pastor alemán alcanzó a la embarazada en la pierna.
Elia, a patadas, consiguió quitarle al zombie de encima y tirar de su amiga hasta el taller y cerrar la persiana.
Sabía que su amiga moriría, así que la embarazada le hizo prometer que le sacaría al niño de dentro y lo cuidaría.
Una vez muerta la ató con cadenas y la llevó al centro comercial.




En lo que Elia contaba su historia, nosotros ya estábamos en Luis de Morales y al mirar a la azotea del centro comercial, vi allí a Aránzazu, Miguel y Luis.
Subimos las escaleras laterales del centro comercial para abrazarnos a aquellos tres. Nuestra misión había sido fallida, no habíamos encontrado a Juan Carlos.
Ya no hacía falta vigilancia, así que bajamos todos a nuestra casa, por llamarlo de alguna manera.
Nuestra sorpresa fue grande, allí estaban Solís y Cristóbal, pero nuestra alegría no terminaba con ellos, Paula se asomó por las escaleras y vio a Elia, gritando su nombre bajo las escaleras, haciendo que todos la imitásemos.
Al ver al zombie atado allí nos llevamos un susto y  Vic quiso matarla a navajazos, pero Elia la detuvo explicándonos su propósito, algunos se mostraron reacios, pero otros quisieron ayudarla.
Nadia, que le encantaba ver la MTV, dijo que había visto hacer una cesaría y que se necesitaban varios materiales.
Tomó el mando y mandó a Rocío, que conocía muy bien la tienda aromas, a por unas tijeras, a Ro a Gambrinus a por un cuchillo de serrar, a Jenni al restaurante americano para que cogiera todos los manteles que pudiera. Cristóbal se ofreció para coger un cubo de la limpieza y llenarlo de agua.
Una vez todos los materiales estuviesen reunidos había que tumbar al zombie en el suelo y dejarlo lo más inmóvil posible.
Elia la desató y Julián le dio tal patada en la cabeza que cayó hacia atrás, dando un fuerte golpe contra el suelo.
Miguel le aguantó la cabeza, la errante no paraba de moverla y de emitir sonidos desagradables. De los brazos la agarraron Solís y Silvia, y las piernas eran para Vic y Aránzazu.
Nadia cogió el cuchillo que le había dado Ro, y midiendo cuatro dedos por debajo del ombligo, hizo una incisión longitudinal de dos centímetros de profundidad. La sangre empezó a salir a borbotones y Jenni con los manteles limpiaba todo lo que podía para que Nadia pudiese ver, el olor era muy desagradable.
La zombie no se estaba quieta y cada vez había tenían que hacer más fuerza para mantenerla inmóvil.
Nadia, con las tijeras, empezó a cortar la placenta, fue entonces, cuando en un momento de flaqueo de las fuerzas de Miguel, la errante aprovechó para morderle el brazo. Cuando Miguel retiró el brazo su piel estaba en la boca del zombie y la sangre recorría el brazo de Miguel hasta llegar al suelo.
Miguel se apartó y aquella situación empezó a volverse más peligrosa de lo que era, todos se movieron de sus puestos y la no muerta empezó a levantarse. Jenni con un mantel limpio rodeo a la zombie y empezó a ejercer presión sobre la herida de Miguel.
Adriano fue a por la pala.
La amiga muerta de Elia se puso en pie y la abertura que Nadia había causado en su vientre hizo que el bebé se desprendiera y se estampara contra el suelo. Todos empezamos a gritar de la impresión que nos dio, pero al ver bien al niño vimos que era un zombie.
Adriano le dio con la pala a la madre en la cara, eso solo provocó que volviera a caerse de espaldas, siguió moviéndose. Con la pala de canto le asestó un golpe en el cuello, provocándole su fin.
Elia se dirigió al bebé zombie y le pisó la cabeza.
Intentando olvidar aquella escena me dirigí hacia Miguel, Jenni seguía presionando la herida y Rocío estaba a su lado llorando.
Miguel iba a morir, no sabíamos cuando, pero aquello ocurriría.
Cogí uno de los manteles y corte una parte en forma de tira, le dije a Jenni que retirase el mantel y le hice un torniquete a Miguel. No paraba de gritar y aquella fuerza que apliqué en su brazo hizo que gritara aún más.
La herida de su brazo empezó a tornarse de rojo a negro. Al igual que pasó con Marta,  empezaron a salirle ojeras y un sudor frío.
La escena era espantosa, Miguel sollozaba y los demás no paraban de llorar.

Al cabo de un rato Miguel se calmó, dijo que quería tomar el aire un rato. Fuimos con el hasta la azotea.
Algunos estaban abrazados, otros, apartados del resto, lloraban y otros estábamos con Miguel.
Sabíamos que moriría en algunas horas, sus venas empezaban a verse a través de su piel, su sangre no fluía igual que antes por su cuerpo y empezaba a ponerse oscura.
Miguel se apoyó en la baranda, mirando al campo de futbol y de un salto se tiró al vacío. Paula, que estaba a su lado, lo cogió del pie, quedándose con el zapato de este en la mano.
Miguel había decidido no convertirse en zombie y librarnos a los demás a tener que matarlo.
Al mirar hacia abajo vi que su cráneo se había roto con el impacto y que un cerco de sangre rodeaba su cuerpo.

Conocía a Miguel desde hacia cuatro años y lo habíamos perdido en veinte minutos.
Estábamos en los cines, algunos sentados en los sillones y otros, como yo, en el suelo debajo de la pantalla. Nadia estaba apoyada en mi hombro.
Parecía que habíamos pasado horas allí sentados, al mirar el reloj de Nadia vi que mi suposición era cierta, llevábamos varias horas llorando a Miguel.

Un tiroteo empezó en la calle, nos levantamos y salimos corriendo a la azotea, era de noche y el ejercito mataba zombies a punta de metralleta.
Empezamos a gritar para que nos oyeran, todo lo que había pasado aquel día no le había dado tiempo a Solís para contarnos lo que pasaba con el ejercito, los que lo sabían intentaron silenciarnos, pero Paula, Elia, Adriano, Julián, Silvia y yo no sabíamos porque y seguíamos gritando.
Un grito de Solís de “nos quieren muertos” hizo que nos calláramos, pero era tarde, los militares nos habían visto.
Nos atrincheramos en los cines y entre Solís y Cristóbal nos lo contaron todo.
La llegada de los militares hasta nosotros era inminente, teníamos dos opciones, luchar o huir. La batalla que nos tocaba en eso momento no sería contra muertos, sino contra gente viva como nosotros.
Si nos atacan, nos defenderemos, estábamos vivos y queríamos seguir estándolo, n momento decisivo iba a llegar, lo haríamos por nosotros y por los que habían caído.



jueves, 12 de abril de 2012

Día 5, Revelaciones


Me desperté a la mañana siguiente con un mal presentimiento. La mayoría seguían dormidos, pero Miguel y Julián estaban apoyados en la baranda de fuera, frente al restaurante Gambrinus.
Me levanté de un sillón que había sido para mi la cama perfecta en aquellos días de pesadilla. Recorrí el camino que llevaba a la salida de aquel restaurante y empecé una conversación con Julián y Miguel.
Notaba a Julián extraño, suponía que era por lo de Elia y Marta, pero al hablar con el cambié de opinión. Este, se había planteado ir a buscar a Juan Carlos, su novio, a su casa, ya que vivían cerca de Nervión.
La idea me resultó bastante loca, ya que la mitad de la ciudad estaba muerta y la otra mitad había desaparecido, quién podía pensar que Juan Carlos seguiría en su casa, bueno, yo había pasado dos días en mi casa, porque Juan Carlos no podía haber llegado al quinto.
Miguel propuso desayunar en Vips, la idea de poder hacer un brunch nos gustó.
Entramos en la tienda. Pasamos por la sección de videojuegos, luego por la de música y al llegar a los libros me paré, un libro con la portada blanca llamó mi atención, era el manual de supervivencia contra zombies. Hace seis días me hubiera resultado gracioso, pero ahora podía sernos útil.
Llegamos a la zona del restaurante, y entramos en la cocina. Un cocinero zombie estaba de pie frente a nosotros, Miguel cogió una sartén y le rompió la cabeza, ya no cocinaríamos con esa sartén.
Menudo banquete preparamos para desayunar, comimos hasta reventar.
Al volver al restaurante asiático no había nadie, estaban desayunando en Gambrinus, menos Nadia y Vic, que estaban asaltando el stand de los helados.
Julián fue preguntando sí alguien quería ir con el a ver si Juan Carlos estaba en su piso. Nos alistamos en la misión: Silvia, que estaba sedienta por matar zombies, Paula, Adriano y yo.
El plan era salir por los cines para ver desde arriba como estaba la calle, bajar por las escaleras laterales del centro comercial y andar todo una avenida hasta llegar a u casa.
Salimos todos por los cines, le di a Ro el rifle para que nos cubriera desde las alturas, no se porque de di el rifle a ella, pero pensé que era buena idea.
Paula con su martillo, Adriano con la pala, Julián con la ballesta de Miguel, Silvia con los dos cuchillos y yo con el arco. Íbamos equipados también con armas de fuego por si pasaba algo.
Una vez bajadas las escaleras empezamos a andar dirección Santa Justa. Los no muertos andaban entre nosotros.
Me giré y vi la punta del rifle, Ro estaba atenta.
Adriano empalaba a todo lo que se movía, Silvia apuñaló a lo Espartaco a un zombie en la cabeza, Paula tenía sus movimientos genuinos de martillo con el que iba derribando un errante tras de otro, y yo por fin conseguí disparar una flecha que matará a un zombie.
Julián vio a un pastor alemán y pensó en rescatarlo, al ir a por el vio que sus corneas eran blancas, el perro era un zombie. El pastor alemán empezó a correr hacia Julián, tensé el arco y disparé, fallé y justo cuando el perro iba a alcanzar a Julián el pastor alemán zombie fue abatido, Ro acababa de salvar a Julián.
Acabábamos de darnos cuenta de que cualquier animal se podía convertir, esta mierda no afectaba sólo a humanos.
Adriano fue a ayudar a Julián que estaba en el suelo.
Seguimos andando por la calle practicando nuestra ya familiar matanza de errantes. Llegamos a la esquina que llevaba a la casa de Julián y Juan Carlos, los que estaban en el centro comercial nos perdieron de vista y con ello Ro no nos podía cubrir.
Llegamos al barrio, teníamos que tener cuidado ya que Julián y Juan Carlos vivían en una calle cerrada y aquello podía ser devastador si aparecían los zombies.
Julián sacó un manojo de llaves de su bolsillo y abrió la puerta del portal. Con forme íbamos subiendo las escaleras, veíamos manchas de sangre, macetas rotas, cristales por los suelos.
Julián abrió la puerta de su casa, pero allí no había nadie, todo estaba en el más absoluto silencio, ¿dónde estaría Juan Carlos?.


***


Mientras tanto en Nervión habían hecho grupos para vigilar nuestra llegada. Ro seguía con el rifle, acompañada de Jenni, Luis y Aránzazu que estaban apoyados en distintas partes de aquellas azotea, vislumbrando lo que allí pudiera suceder.
Vic, Miguel, Rocío y Nadia estaban en los recreativos esperando para el cambio.
Empezaron a escucharse una serie de frenazos en la calle Eduardo Dato. Luis y Aránzazu corrieron por la azotea hasta llegar al lugar más aproximado a la zona de los sucesos y ver desde allí como un coche, con varios zombies enganchados en el capo, entraba en Luis de Morales moviéndose en zig-zag hasta estrellarse con un banco Santander, rompiendo el cristal y haciendo sonar la alarma.
Jenni corrió hacia los recreativos a informar a los demás de lo ocurrido.
Los zombies empezaron a agolparse en el banco.
Ya estaban todos en la azotea, Ro en compañía de Nadia, Jenni y Miguel, seguía con el rifle, mientras, los demás bajaban a todo galope por las escaleras, con las pistolas en las manos, habían montado una operación rescate de las personas que habían en aquel coche.
De entre la multitud de zombies de el banco, salió una chica alta, pelo castaño, elegante. Vic la observó y se dio cuenta de que era Rocío Solís, a partir de ahora Solís, llevaba una botella del Tío Pepe rota en la mano e iba quitándose zombies de encima degollando cuellos como buenamente podía.
Ro empezó a disparar para que no la mordieran.  Los demás llegaron al banco y empezaron a disparar, provocando que alguno de los errantes se dirigieran hacia ellos.
Alguien se echó encima de un no muerto que iba a morder a Solís y empezó a darle golpes en la cabeza con una llave de cruz. Al levantarse, Rocío reconoció al novio de Solís, Cristóbal.
La pareja se cogió de la mano y empezó a correr hacia los vivos.
Ha Aránzazu se le acabaron las balas de la pistola y no tuvo más remedio que hundir la culata en el cráneo de uno de los zombies, no pudiendo sacar luego la pistola de esa cabeza.
Huyeron de allí y empezaron a subir las escaleras bajo la atenta mirada de Jenni, Nadia, Miguel y Ro.
Se encerraron en el centro comercial.
Una vez sentados, Solís y Cristóbal, empezaron a relatar lo que les había sucedido.


***


Habían pasado varias horas y Julián seguía buscando alguna prueba que dijera dónde estaba Juan Carlos.
Paula se dirigió a Julián, y este se dio cuenta de que Patricio, su perro, no estaba. El día en que empezó todo a Patricio le tocaba ir al veterinario y Juan Carlos lo había llevado, que no hubiesen vuelto allí preocupaba a Julián, ya que ese hubiera sido el único sitio al que los dos irían en caso de que sucediera algo.
La lágrimas caían por su cara. Se dirigió a su cuarto y dando un portazo nos indicó de que quería estar solo.


***


Hace cinco días que Cristóbal había recogido a Solís de la facultad para llevarla a una reunión en la que ella trabajaba de azafata sirviendo copas de vino del Tío Pepe.
La gente se empezó a alborotar en aquella cena, y el timbre de la alambra de incendios empezó a sonar.
Solís, agachada en una esquina, llamó a Cristóbal para que la recogiera.
Ella vio como las personas se mordían las unas a las otras y se iban convirtiendo en zombies.
Cuando Cristóbal la recogió fueron a casa de Solís, pero en las afueras de la ciudad estaba el ejercito y no dejaba salir a nadie. Vieron como fusilaban a una familia para que no salieran de allí, querían que la infección no se propagase y tenían ordenes de disparar a quien saliera de allí.
Y así se pegaron varios días sin un destino fijo por la ciudad hasta que se estrellaron en el banco.


***


Se escuchó de romperse un cristal en el cuarto dónde Julián estaba encerrado, Adriano y yo, sin pararnos a pensar, echamos la puerta abajo con todo el peso de nuestro cuerpo.
Al entrar vimos que Julián solo se había hecho unos cortes en la mano, había roto un espejo de un puñetazo.
Silvia le curo las heridas, mientras, Paula miraba por la ventana a los errantes que por allí estaban.
Teníamos que salir de aquella zona, Juan Carlos no iba a volver.
Una vez realizada la cura cogimos las armas y salimos del edificio, siempre preparados para lo peor.
Julián , en su ira, vio a varios zombies, saco su arma y empezó a disparar. La situación se nos fue de las manos, estábamos en una calle sin salida y los zombies se acercaban al oír los dispararos.
Se amontonaban alrededor de Julián y las balas que este tenía no eran suficientes como para matarlos a todos. Julián estaba descontrolado.
Empezamos a matar zombies tan rápido como nuestros cuerpos nos permitían, Silvia atravesó la mandíbula de un errante con el cuchillo, al tirar de el la mandíbula estaba tan podrida que se le arrancó al zombie, viniéndose con esta también la lengua.
Íbamos avanzando hacia Julián, pero éramos muy lentos, disparé una flecha y maté a un no muerto, Adriano jugaba al beisbol con las cabezas de los zombies y Paula con el martillo le rompió el cuello a un errante, yéndose la cabeza de esta hacia atrás hasta quedar boca abajo.
A Julián se le acabaron las balas y se subió a una reja de una ventana que tenía detrás. ¿Cuánto tiempo podría estar allí subido hasta que se cansara y los zombies lo cogieran?.
No podíamos esperar más, sacamos las armas de fuego y empezamos a disparar. Adriano y Paula con las escopetas iban matando a todos los zombies que estaban debajo de dónde se encontraba Julián, mientras, Silvia y yo, con las pistolas, íbamos matando a los que podíamos y alejando al resto de Julián.
Julián pudo bajar y corriendo, fuimos a su casa, aquella noche la pasaríamos allí, o hasta que se despejara la zona de zombies.

Aquel día se descubrieron muchas cosas, el ejercito no nos rescataría, sino que nos había condenado a muerte sin dejarnos salir de la ciudad.
Nosotros no nos íbamos a rendir, nuestra lucha por sobrevivir continua y algún día saldremos de esta pesadilla.