Seguíamos
en los cines, nuestros corazones latían con rapidez. Estábamos todos de pie y
no éramos capaces de crear un solo pensamiento que nos ayudara con aquella
situación.
Nadia
y Vic habían bajado a por las armas, en aquel momentos era lo único que
podíamos hacer.
Los
disparos no cesaban en el exterior y Jenni se tapaba los oídos como si aquella
acción la transportase a algún lugar tranquilo.
Silvia
y Luis tuvieron la primera buena idea, saber cuantos militares había. Eso sería
difícil, pues, quién se atrevería a salir a contar.
Vic
y Nadia llegaron con las armas. Teníamos que planear una estrategia, conocíamos
el centro comercial, eso debería darnos alguna ventaja.
Todos
empezaron a coger armas, Luis, sin embargo, cogió la mirilla del rifle y salió
a la azotea, miré desde la puerta y vi que iba corriendo a toda velocidad hasta
el otro lado, lo perdí de vista cuando giró en la esquina.
No
podía dejar de mirar el último sitio por dónde paso Luis. Al cabo de un minuto
volvió. Cerré la puerta cuando paso a mi lado.
Al
parecer había ocho militares armados con metralletas. Me arrepentía de que
ninguno de nosotros hubiera cogido un arma automática de la armería.
Aránzazu
propuso salir por el garaje, lugar ala que todavía no habíamos accedido.
Si
queríamos intentarlo tendríamos que bajar de inmediato.
Corríamos
escaleras abajo cuando unos disparos en la planta baja nos comunicaron que
estaban dentro, nos paramos en seco, mi corazón dio un vuelco.
Habían
entrado y las armas que llevábamos encima no serían suficientes.
Estábamos
en las escaleras de la primera planta, en un susurro, Ro dijo que fuéramos al
otro lado del centro comercial.
De
puntillas, pasamos enfrente del McDonald’s y empezamos a rodear la cristalera.
Al mirar abajo, una gran masa de zombies se amontonaba en la calle.
Nos
escondimos en Décimas, si venían los veríamos a través de la cristalera, que
hacía un semicírculo en el centro del edificio.
Me
encontraba detrás del mostrador, al mirar a mi izquierda, vi que Vic elegía un
stick de hockey como arma silenciosa.
Cristóbal
pensó que en un fuego cruzado seríamos más fuertes. Solís, Adriano, Rocío y
Paula se fueron con el a la tienda Mango que estaba justo enfrente.
Le
pedí a Luis que me diera la mirilla del rifle, que aún tenía apretada
fuertemente en su mano derecha.
Mientras
encajaba la mirilla en su abertura, vi como ocho cabezas empezaron a aparecer
una tras otra por las escaleras que estaban al lado del McDonald’s.
Era
mi momento, apoye el rifle en el mostrador, lo sostuve contra mi hombro, mire
por la mirilla y al mismo tiempo que cogía aire disparé. Un militar cayo hacia
atrás, muerto, los demás se agacharon, los perdí de vista.
La
sensación que recorría mi cuerpo no era para nada buena, había matado a un
hombre, pero el quería matarme a mi.
Mis
amigos, algunos de pie y otros apoyados sobre una rodilla, tenían las pistolas
o las escopetas bien armadas, listas para ser disparadas.
Durante
cinco minutos todos nos quedamos en la misma posición, al otro lado de la
cristalera, no había ni un solo atisbo de vida.
Un
reflejo hizo a Elia disparar. Ese reflejo era de los militares, habían dado la
vuelta y ahora, con aquel disparo, sabían nuestra posición exacta.
Intenté
arrastrar en mostrador sin hacer ruido para cambiar mi posición.
Las
metralletas empezaron a disparar, los cristales empezaron a romperse y a
hacerse añicos contra el suelo.
Los
disparos cesaron y mi respiración empezó a disminuir.
Vi
como Adriano, desde el otro lado, se tiraba al suelo y con la escopeta empezaba
a lanzar metralla. Silvia y Ro se lanzaron también al ataque.
Cuando
dejaron de disparar salieron de las tiendas, había abatido a tres más.
Con
un gesto de la mano de Silvia, el resto, salimos de las tiendas.
Jenni,
Nadia y Julián enfundaron sus pistolas y cogieron las metralletas y los
cuchillos de los militares.
En
el momento en el que Jenni empezó a retirarse, uno de ellos se incorporó y la
cogió del cuello, Jenni se revolvió y le dio un codazo y con el cuchillo que
acababa de coger le atravesó el costado, el militar cayo hacia delante y del
golpe que dio su cabeza contra la barandilla se rompió el cuello.
Las
balas empezaron a silbar, Julián gritó que nos echásemos al suelo.
Algunos
corrieron hacia las tiendas, otros se quedaron allí tirados y yo salté a las escaleras
mecánicas que me empezaron a trasportar a la planta baja.
Me
giré a tiempo para ver como a Luis lo atravesaban las balas. Todo pasó muy
lento, su cuerpo sufría espasmos debido a los impactos, la sangre brotaba por
su boca y su ojos, clavados en los míos, me mostraron que la vida se desvanecía
de su cuerpo. Las escaleras bajaron, perdiendo a Luis y a toda la plata de
vista.
En
la plata baja, los militares habían dejado la persiana abierta y los zombies
empezaban a entrar.
Pensé
en que mi fin, igual que el de Luis, había llegado, pero no me rendiría, empecé
a disparar, iban cayendo uno tras de otro, eran demasiados.
Entre
en CORTEFIEL y para mi asombro, vi unas escaleras que llevaban a la planta de
arriba, subí las escaleras.
Al
acercarme a la puerta de la tienda, vi a Julián en el suelo, junto a Luis, un
militar le apuntaba a la cabeza. Supuse
que los demás estarían arrestados o muertos.
Alguien
me cogió del brazo, me giré y le golpee con la culata del rifle, era Paula, a
su lado Vic.
Escuchamos
un disparo, que hizo que nos agacháramos.
Desde
allí tenía ángulo suficiente para liberar a Julián, tenía que intentarlo.
Mientras cogía posición, escuché los gritos de Solís y Elia, los de esta última
eran inconfundibles.
Paula
y Vic empezaban a golpear a los zombies que subían por las escaleras, bastaba
con golpear a el primero para que cayera y los demás fuesen con él.
Estaba
temblando, miré dos veces por la mirilla y disparé, el militar cayó. Julián se
levanto y salió corriendo hasta la tienda SPRINGFIELD dónde se escondió, estaba
enfrente de la tienda en la que yo me encontraba.
Un
militar sacó a Cristóbal, Aránzazu y a Solís de Mango y se los llevó a Décimas
a punta de metralleta. Ese mismo militar volvió a salir en la dirección en la
que nos encontrábamos, di señales a Paula y a Vic para que se escondieran.
Vic
se había escondido próxima a la puerta, desde mi posición podía verla.
El
militar gritó a sus amigos que los errantes subían por las escaleras mecánicas.
Un
golpe de alguno de los zombies hizo que el militar entrase en nuestra tienda y
empezara a disparar, abatiendo a todos los zombies que se encontraban subiendo
las escaleras.
Vic
salió de su sitio y golpeo con el stick los brazos del militar, haciendo que el
arma cayera al suelo, girando sobre si misma lo golpeó en el cuello
desplomándose este en el suelo, inconsciente.
Rocío
empezó a gritar diciendo que el disparo de antes había sido Ro matando a un
militar.
Paula
dedujo que quedaban dos, uno estaba inconsciente a nuestros pies.
Paula
y yo fuimos a por el último. Mientras, Vic se quedaba con el militar.
Rodeamos
las escaleras, matando a algún que otro errante que había conseguido subir,
para ir primero a por Julián.
Despacio,
y casi levitando, fuimos a la tienda de Décimas, sólo quedaba uno, podíamos
conseguirlo.
Al
asomarme por el cristal el militar estaba de espaldas a nosotros. Rocío estaba
inconsciente en el suelo y Aránzazu y Elia lloraban.
El
militar se dio cuenta de nuestra presencia y se giró, en ese mismo instante, En
ese mismo instante Cristóbal le dio una patada en la pierna derecha, haciendo
que se tambaleara, Adriano lo aplacó y cayeron los dos al suelo, el militar
empezó a golpearle.
Nadia
se armó de valor, cogió la metralleta, al verla el militar se incorporó para
pararla, pero Nadia ya le estaba vaciando el cargador en el pecho. Silvia ayudó
a Adriano a levantarse.
Vic
vino corriendo, los errantes entraban a bocajarro en el centro comercial,
teníamos que salir de allí ya.
Teníamos
a los errantes encima, suponía que al militar se lo habían comido los zombies,
cosa que en aquel momento no me importaba mucho, ya que toda la zona estaba
invadida.
Vic,
cual guerrero samurái, empezó a repartir golpes
con el stick para contenerlos un poco, pero fue imposible.
Entre
Cristóbal y Ro cogieron a Rocío, que seguía inconsciente, mientras que Julián
ayudaba a Silvia a mover a Adriano.
Mientras
caminábamos a paso ligero, Elia tuvo una idea, sacar las botellas de butano y
hacerlas explotar.
Ella,
Solís y Jenni fueron se adelantaron corriendo para coger las botellas del fogón
de leña, el Gambrinus y el Wok. En total eran seis.
Silvia,
Adriano y Julián iban demasiado lentos, con las pistolas intentábamos retener a
los zombies, pero no lo conseguíamos. Tuvimos la mala suerte de que uno
consiguiera morder a Adriano en la espalda, de una patada que hizo que se
despeñara por la ventana, Julián se lo quitó de encima.
Cuando
llegamos a la altura del McDonald’s, vimos que las chicas habían colocado las
bombonas a la altura del Mascarpone.
Adriano
se soltó de Julián y Silvia y dijo que el retendría a la horda mientras
nosotros escapábamos. Llamó a Paula y le pidió un pistola. Adriano le entregó
una nota de despedida para Rocío.
Salimos
corriendo por las escaleras hacia arriba, mirando hacia atrás como si así
pudiésemos despedirnos de Adriano.
Ya
estábamos corriendo por la terraza y mis remordimientos por dejar a Adriano
atrás cada vez eran mayores. Mientras bajábamos las escaleras laterales Adriano
hizo explotar las botellas, haciendo que toda la pared frontal del centro
comercial y parte de las escaleras que estábamos bajando se cayeran.
Las
escaleras se desmoronaban con cada paso, pero conseguimos llegar abajo.
Los
errantes abarrotaban la calle, empezamos a disparar a diestro y siniestro para
abrirnos paso. A gritos, pusimos nuestro punto de encuentro en un edificio
cercano.
Julián,
que estaba a mi lado, salió corriendo en otra dirección hasta que lo perdí de
vista.
Llegamos
al edificio y empezamos a entrar uno a uno, era un edificio de oficinas, en el
que estábamos todos menos Julián.
Subí
a la primera planta, allí un no muerto de pie, cogí un pisapapeles y se lo
hundí en la cabeza, lo eche a un lado y me asomé a la ventana. Julián venía
corriendo hacia nosotros de la mano de Juan Carlos.
Iban
sorteando zombies y matando a otros, pasaron por al lado de Marta, ya estaban
cerca del edificio, así que grité para que los dejasen pasar.
Una
vez dentro me giré para bajar a ver a Juan Carlos, pero Vic estaba detrás mía,
la expresión de su cara era de pleno terror.
Me
entregó una carta que le había cogido al militar, me la hizo leer al instante y
citaba lo siguiente:
Sevilla, 17 de Mayo
del 2012
A
las 18:00h del día anterior, fue liberado el virus de la resurrección en la
ciudad de Sevilla, transmitiéndose por el aire e infestando a todo ser muerto y
resucitándolo, pero no como se esperaba, sus únicos síntomas son las ganas de
nutrirse.
Los mordiscos de estos
seres infectados hacen que los vivos mueran y se conviertan en lo mismo que
ellos.
Nombro al Teniente
Moreno Tejero de Sevilla para erradique esta plaga, de manera que:
-
No se deje
salir a nadie de la ciudad.
-
Se
erradique a todo ser infectado con este virus.
-
Si al cabo
de 5 días no se ha erradicado, entrar en la ciudad y acabar con todo ser, vivo
o muerto.
-
Pasados 8
días desde la infección, si todo sigue igual, se soltará uno bomba en la ciudad
para erradicar la infección.
Antonio Tocino Reguera,
General del Ejercito del
Estado Español.
Ahora
entendía la expresión de su cara, después de todo lo que habíamos pasado para
sobrevivir iban a a arrasar la ciudad.